lunes, 14 de agosto de 2017

La culta ignorancia



Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua, en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.
Jorge Luis Borges

La televisión lo consiguió. A pesar de los esfuerzos de los intelectuales, de sus textos, ensayos, y hasta sus siniestros razonamientos, parece ser que a nadie le gusta leer. La gente no lo hace aunque su vida dependa de ello.

Han salido múltiples argumentos con similares premisas donde se expresan la preocupación por esta nueva Era, la cual prefiere un control remoto, o el click de distancia que hay a cualquier plataforma que un clásico de la literatura, o simplemente a unas cuantas páginas en sus manos. Todos están en crisis, los jóvenes no se interesan, los políticos no ponen de su parte, y los intelectuales se amargan día a día.

La encuesta más reciente es del Módulo de Lectura (MOLEC), levantada por el INEGI, la cual declara que en promedio el mexicano adulto lee 3.8 libros al año, lo cual contrasta de manera impactante con los 47 libros que los finlandeses leen en promedio. La diferencia es estratosférica. Por supuesto no se puede negar el gran fallo que hay en el sistema. Se está fracasando en cada paso que damos en contra de este enemigo que cada día es más tangible: la ignorancia.

Los grandes errores que se han cometido en esta infalible lucha, es atribuir a la lectura una cura infalible en contra de la brutalidad. Por leer un libro, las personas no se van a trasformar en lo que no son, no va a ser la utopía de salvación que todos esperamos. Ayudaría, de eso no cabe la menor duda, pero tampoco es el milagro esperado que cambiará todo solo al leer un renglón de un libro, como ingenuamente se ha creído.

Asimismo, no se puede obligar el gusto a la lectura, no se puede clasificar qué libros se deben leer y cuáles no, no es posible que se levante el ego de una persona simplemente porque se leyó un título que la sociedad reconoce como una obra de arte, o que se nos den listas dictando a los mejores y peores libros, pues se estarán demeritando títulos y enalteciendo otros. Así no funciona, no se puede imponer un título como tampoco se puede hablar de amor obligado.

Tal como dice Borges, no existen personas a quienes no les guste la lectura, más bien no han encontrado al autor que escriba para ellos. La magia de transportarte a otro mundo, a otras épocas, a nuevas aventuras, a reflexiones que jamás habían pasado por tu mente, pero que sin embargo te hacen rescribir todo lo que creías saber o haber pensado, ese tipo de pericia quiméricas son un placer que pueden deleitar a todos, pero no todos podemos viajar a través de las mismas páginas, y de los mismos autores.

Esta es la belleza de la lectura, que siempre habrá un libro esperando por ti, y que nunca se repite la misma experiencia. Todos lo vivimos diferente, simplemente porque todos somos diferentes, y porque hemos recorrido distintos caminos. Entonces, si un libro te aburre, está bien, solamente elige uno nuevo, y no te impongas títulos construidos por una sociedad que homogeniza nuestros pensamientos y hasta sentimientos.

En este segmento se estará escribiendo de diversos libros, los cuales no todos tienen porque gustar, aunque sí es recomendable que se lean, se degusten, se intenten disfrutar. Así se comenzará a saber cuál es el estilo de cada uno, las preferencias, y se podrá encontrar a ese autor que escribe para uno, para nuestro deleite.


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